Es inconcebible que un personaje cuyo historial de vida pública se asemeja mas al de un gánster, que al de un ciudadano común, haya ostentado – e incluso- obstente y aspire ostentar cargos en la administración pública. Este es el caso del actual Alcalde Metropolitano: Antonio Ledezma; quien ha tenido la “insólita dicha” de haber pasado por 6 cargos de elección y representación popular; Diputado al Congreso de la República (1984-1992), Gobernador del antiguo Distrito Federal de Caracas (1992-1993), Senador de la República (1994-1996), Alcalde del municipio Libertador (1994-2000) y actualmente Alcalde Metropolitano. Paralelamente a este hecho, lo mas asombroso es que cuenta en su haber con mas de 100 denuncias con expedientes abiertos en la Fiscalía General de la República, Contraloría General y el Ministerio Público por irregularidades administrativas y malversación de fondos.
Como si fuera poco
Ledezma tanto en su periodo como Gobernador (1992-1993), como en su
periodo como Alcalde del Municipio libertador (1994-2000) se
caracterizó por ser un “gobernante de mano dura”, utilizando a
las fuerzas de orden público para cumplir sus designios, reducir y
reprimir “las alteraciones” y manifestaciones públicas, o los
mal llamados (por él mismo), “desadaptados sociales”, a punta de
garrote, plan de peinilla y plomo limpio. Pudiéramos decir, que no
hubo ningún ciudadano de los sectores populares (mas deprimidos
económicamente) de la ciudad de Caracas que no haya sido víctima
de sus políticas represivas. Su debut fue el “caracazo” (1989),
con apenas días en la Gobernación del D.F., daba la orden de
disparar contra un Pueblo hambriento y desarmado, no se sabe con
exactitud la cantidad de muertos en aquellos fatídicos días, se
estiman que fueron miles. Por otro lado, Ledezma, en su gestión como
Alcalde del Municipio Libertador (1994-2000), continuó desarrollando
y perfeccionando su política de represión, esta vez, focalizada por
sectores: Estudiantes, Adultos Mayores, Personas con Discapacidad y
Comerciantes de la economía informal. Verdaderamente Ledezma se
convirtió en el principal brazo represivo del País, precisamente
cuando el bipartidismo adeco-copeyano se encontraba en su máxima
decadencia, en la mayor de sus crisis. Es evidente, dicho brazo
represivo, jugo un papel decisivo en la contención de protestas y
manifestaciones producto de la insostenibilidad económica por la
cual estaba pasando Venezuela. Se le adjudican las muertes de
estudiantes universitarios de la UCV a principios de los 90, quienes
protestaban por el intento de privatización de la Educación, así
como, por el respeto y la garantía de la Autonomía Universitaria.
Incluso los mas crueles hechos de represión contra uno de los
sectores mas vulnerables de la sociedad: los Adultos Mayores y
Personas con discapacidad. A muchos de nuestros abuelos y abuelas que
protestaban por el pago de sus pensiones, los reprimió de manera
brutal con una de sus mejores adquisiciones: “la ballena”,
mojándolos con agua del ya contaminado río Guaire. Asimismo, ante
una marcha de personas con discapacidad, (en su mayoría lisiados y
en sillas de ruedas) arremete con dicha “ballena” y con tropas de
la policía metropolitana. Por otra parte, en su afán de construir
el Terminal “La Bandera”, (existen documentos que expresan que
su Esposa: Mitzi de Capriles, manejaba un contrato multimillonario
con la empresa Constructora), adelanto toda una campaña xenofóbica
en contra de los vendedores informales, amenazándolos con la
deportación a sus países originarios, privándoles en aquel
entonces el derecho al trabajo, a mas de 5000 familias caraqueñas.
Sin hurgar mucho en la historia, recientemente, en su actual gestión
como alcalde Metropolitano mas de 6000 trabajadores y trabajadoras de
dicha Alcaldía (por el hecho de haber formado parte de la gestión
anterior) quedaron sin empleo a partir del año 2008.
Sin duda alguna, Antonio
Ledezma se constituye como el mayor representante hoy en día de la
llamada “cuarta república”, sintetiza en su ser todos los
vicios, desviaciones y anti valores de una nefasta manera de hacer
política. Simboliza el reducto de la anacronía de la mal llamada
“democracia representativa”, es el espíritu decadente de un
pasado que se niega a morir. Un pasado lleno de desigualdades
sociales, represiones y mortandad. Es resabio y sobras de los que no
deben volver al poder.
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